domingo, 13 de febrero de 2011

TRABAJO

Sócrates
Sócrates (470-399 a. de C.) es quizás el personaje más enigmático de toda
la historia de la filosofía. No escribió nada en absoluto. Y sin embargo, es uno
de los filósofos que más influencia ha ejercido sobre el pensamiento europeo.
Esto se debe en parte a su dramática muerte.
Sabemos que nació en Atenas y que pasó la mayor parte de su vida por
calles y plazas conversando con la gente con la que se topaba. Los árboles en
el campo no me pueden enseñar nada, decía. A menudo se quedaba inmóvil,
de pie, en profunda meditación durante horas.
Ya en vida fue considerado una persona enigmática y, al poco tiempo de
morir, como el artífice de una serie de distintas corrientes filosóficas.
Precisamente porque era tan enigmático y ambiguo, podía ser utilizado en
provecho de corrientes completamente diferentes.
Lo que es seguro es que feo de remate. Era bajito y gordo, con ojos
saltones y nariz respingona. Pero interiormente era, se decía, «maravilloso».
También se decía de él: Se puede buscar y rebuscar en su propia época, se
puede buscar y rebuscar en el pasado, pero nunca se encontrará a nadie como
él. Y, sin embargo, fue condenado a muerte por su actividad filosófica.
La vida de Sócrates se conoce sobre todo a través de Platón, que fue su
alumno y que, por otra parte, sería uno de los filósofos más grandes de la
historia. Platón escribió muchos diálogos —o conversaciones filosóficas— en los que utilizaba a Sócrates como portavoz.
No podemos estar completamente seguros de que las palabras que Platón
pone en boca de Sócrates fueran verdaderamente pronunciadas por Sócrates,
y, por ello, resulta un poco difícil separar entre lo que era la doctrina de
Sócrates y las palabras del propio Platón. Este problema también surge con
otros personajes históricos que no dejaron ninguna fuente escrita. El ejemplo
más conocido de esto es, sin duda, Jesucristo. No podemos estar seguros de
que el Jesús histórico dijera verdaderamente lo que ponen en su boca Mateo
o Lucas. Lo mismo pasa también con lo que dijo el «Sócrates histórico».
Sin embargo, no es tan importante saber quién era Sócrates
verdaderamente. Es, ante todo, la imagen que nos proporciona Platón de
Sócrates la que ha inspirado a los pensadores de Occidente durante casi
2.500 años.
Platón
Platón (427-347 a. de C.) tenía 29 años cuando a Sócrates le obligaron a
vaciar la copa de veneno. Era discípulo de Sócrates desde hacía mucho
tiempo, y siguió el proceso contra éste muy de cerca. El hecho de que Atenas
fuera capaz de condenar a muerte a su ciudadano más noble, no sólo le causó
una hondísima impresión, sino que decidiría la dirección que tomaría toda su
actividad filosófica.
Para Platón, la muerte de Sócrates constituía una clara expresión del
contraste que puede haber entre la situación fáctica de la sociedad y lo que es
verdadero o  ideal. La primera acción de Platón como filósofo fue publicar el
discurso de defensa de Sócrates. En el discurso se refiere a lo que Sócrates
dijo al gran jurado.
Te acordarás de que el propio Sócrates no escribió nada. Muchos de los
filósofos presocráticos sí habían escrito, el problema es que la mayoría de
esos escritos se ha perdido. En lo que se refiere a Platón, se cree que se han
conservado todas sus obras principales. (Aparte del discurso de defensa de
Sócrates, Platón escribió una colección entera de cartas, y treinta y cinco
diálogos filosóficos.) El hecho de que estos escritos hayan sido conservados
se debe, en gran parte, a que Platón fundó su propia escuela de filosofía fuera
de Atenas. La escuela estaba situada en una arboleda que debía su nombre
al héroe mitológico griego Academo. Por lo tanto, la escuela de filosofía de
Platón adquirió el nombre de Academia. (Desde entonces se han fundado
miles de «academias» por todo el mundo. Incluso hoy hablamos de los
«académicos» y de «materias académicas».)
En la Academia de Platón se enseñaba filosofía, matemáticas y gimnasia.
Aunque «enseñar» no sea, quizás, la palabra adecuada, ya que también en la
Academia de Platón la conversación viva era lo más importante. Por lo tanto,
no es una casualidad que el diálogo llegara a ser la forma escrita de Platón.